Resumen:
Entre los muchos factores implicados en el aumento de determinadas enfermedades, el estilo de vida es sin duda uno de los que más impacto produce por cambios en los hábitos alimenticios. Si la ingesta no es adecuada, la nutrición será incompleta y la flora intestinal se verá alterada. Otros factores que intervienen, disminuyendo nuestra resistencia a las enfermedades y predisponiéndonos a procesos morbosos, son el uso de antibióticos y la terapia inmunosupresora utilizados como tratamiento, por la alteración de nuestra microbiota intestinal. (Alvarez y col., 2001) En los adultos la microbiota varía notablemente dependiendo de varios factores, como la alimentación, los genes, el medio ambiente, tratamientos con antibióticos, estrés, etc. Tener una flora estable y bien equilibrada es una garantía de buena salud, puesto que evita la colonización y el sobredesarrollo de microorganismos patógenos. Por lo tanto, la introducción de especies bacterianas beneficiosas dentro del tracto gastrointestinal puede ser una opción atractiva para restablecer el equilibrio microbiano y prevenir la enfermedad por medios dietéticos: “Alimentos funcionales”.