Resumen:
En los últimos años, el mundo se está enfrentando a situaciones que requieren decisiones
globales y que de alguna manera marcarán el futuro. Por la globalización, cualquier
decisión en una región del globo afectará a todo el mundo. Una serie de problemas como: la
pobreza no resuelta, la alimentación, la agricultura y la seguridad alimentaria, el cambio
climático, etc.
El biocombustible apareció como una solución para varios de estos problemas,
especialmente para la reducción de gases de efecto invernadero, para el desarrollo de las
economías agrícolas regionales y para la independencia de la economía en base a
combustibles fósiles (Ganduglia et al, 2009).
Estos biocombustibles son recursos energéticos procesados por el ser humano a partir de
materias producidas recientemente por seres vivos, a las cuales se les denomina “biomasa”.
Pueden ser líquidos, sólidos o gaseosos, y su finalidad última es liberar la energía contenida
en sus componentes químicos mediante una reacción de combustión. Existen varios tipos
de biocombustibles, a los cuales se les clasifica de acuerdo al insumo o materia prima y a
la tecnología empleada para producirlos. Debido a los avances en la tecnología, esta
clasificación se realiza por generaciones. Primera generación son de procedencia agrícola y
están conformados por las partes alimenticias de las plantas, las cuales tienen un alto
contenido de almidón, azúcares y aceites. Ejemplos de estas materias son el jugo de la
caña de azúcar, granos de maíz, jugo de la remolacha o betabel, aceite de semilla de
girasol, aceite de soya, aceite de palma, aceite de ricino, aceite de semilla de algodón,
aceite de coco, aceite de maní o cacahuate, entre otros. También se emplean como insumos
a las grasas animales, grasas y aceites de desecho provenientes de la cocción y elaboración
de alimentos, y desperdicios sólidos orgánicos.