Resumen:
El maíz es el principal cultivo básico y estratégico para la alimentación en México; sin embargo, en años recientes, su costo de producción se ha elevado. Esta situación ha creado un entorno de baja competitividad para los productores de las diferentes zonas productoras de riego o de temporal en términos de costo-beneficio por ende la rentabilidad del cultivo ha decrecido.
En respuesta al panorama de inseguridad que aquí se plantea, la agricultura de conservación (AC) constituye una solución potencial. La AC se basa en tres principios: reducir al mínimo el movimiento del suelo; dejar el rastrojo del cultivo en la superficie del terreno para que forme una capa protectora; practicar la siembra de diferentes cultivos, uno después de otro, o sea rotación de cultivos.
El suelo es un sistema vivo, dinámico y no renovable, cuya condición y funcionamiento es clave para la producción de alimentos obtenidos del campo y para el mantenimiento de la calidad ambiental a escalas local, regional y global (Doran et al., 1999).
El maíz (Zea mays. L.) es un cultivo de gran importancia a nivel mundial, pues constituye un componente básico en la nutrición humana y animal. Para alcanzar rendimientos elevados en este cultivo es necesario el manejo eficiente de la nutrición nitrogenada, que conlleva a resultados económicos positivos (Melgar y Torres 2006).
La inserción de abonos verdes en la rotación de cultivos incrementa las entradas de nitrógeno (N) al sistema por vía de la fijación biológica (FBN), garantiza el balance positivo del N y reduce las necesidades de aplicar este nutriente al cultivo sucesor (Alves et al. 2006, Guerra y de Almeida 2008 y Nieto et al. 2008). La canavalia (Canavalia ensiformis. L.) es una leguminosa muy utilizada como abono verde y también tiene aplicación como forraje en la alimentación animal. En la agricultura de conservación, el objetivo de este estudio fue evaluar el crecimiento y desarrollo del Maiz (Zea mays. L.)-canavalia (Canavalia ensiformis. L.), que se utiliza como abono verde en rotación y su influencia en algunas de las propiedades biológicas del suelo y el suministro de nutrientes y el rendimiento del maíz.
En agricultura, la actividad enzimática y otros indicadores biológicos, como la biomasa microbiana, se emplean como una medida de la fertilidad y del impacto de esta actividad en los suelos (García et al., 2008); en análisis ambiental, como un indicador de contaminación (Schinner et al., 1993) y en biotecnología, como medida de la eficiencia de los tratamientos biológicos para remediar suelos impactados por diferentes contaminantes.