Resumen:
La morfología, estructura y sistemas de las raíces son partes cruciales de la adaptación de las plantas en la heterogeneidad del suelo, en la determinación del tamaño de la rizósfera, configuración y acceso a los elementos proporcionados por el suelo (Stanova et.al., 2012). En este contexto la raíz es una parte vital y esencial de la planta, el hecho de que Bacillus subtilis pueda impactar de forma positiva a la arquitectura de la raíz puede significar enormes ventajas debido a que le proporcionaría a la planta un incremento en la absorción de agua y minerales del suelo, ocasionando así un mejor crecimiento y desarrollo de la planta (Audesirk et al.,2003; Tondopo-Jiménez, 2013).
Por otro lado el control del periodo de floración es un atributo de gran importancia en la adaptabilidad de un cultivo a un ambiente dado (Arnon, 1980), este cambio de etapa fisiológica se encuentra regulado por diferentes rutas, entre las cuales se encuentran la del fotoperiodo, la de giberelinas, la de caminos autónomos (Garner & Allard, 1920; Chouard, 1960; Poethig, 2003; Amasino, 2010). Recientemente se ha encontrado otra ruta, la cual está relacionada a la cantidad de nitratos disponibles (Castro et al., 2011). En este contexto, si un nutriente como lo es el nitrógeno puede ser el regulador de la floración, es bastante probable que exista relación también con los microorganismos que se encuentra en contacto con la planta en la rizósfera, sobre todo Bacillus subtilis debido a que ha sido reportada como fijadora de nitrógeno, productora de sideróforos y solubilizadora de fosforo (Ahemad & Saghir, 2011; Kumar, Prakash, & Johri, 2011).