Resumen:
El cultivo de callos y el cultivo de células en suspensión representan los sistemas
in vitro más comúnmente empleados. Los callos son el inicio de los cultivos de
células vegetales en gran parte de los casos, éstos son masas de células no
diferenciadas. Aunque éstos no representan un sistema ideal para trabajar, debido
a su baja velocidad de crecimiento y alta variabilidad bioquímica, son en muchos
casos un paso obligado para iniciar un cultivo in vitro (Godoy-Hernández and
Vázquez-Flota, 2006).
Ya que los callos presentan una alta variabilidad es necesario monitorear el
crecimiento y morfología de los mismos para evitar o disminuir problemas como la
fenolización, que es la oxidación de compuestos fenólicos exudados por los tejidos
dañados de la planta y que podría poner en peligro la viabilidad de las células. Por
ello muchas veces es necesario realizar resiembras en medio de cultivo nuevo,
aun así existe un límite de resiembras determinado por el tipo de célula y la
especie de la que proviene. Se hace necesario conocer el límite de resiembras, ya
que el rendimiento de un callo disminuye con el tiempo. Por otro lado, conocer el
crecimiento celular es esencial para el diseño de procesos bioingenieriles con
miras a una mayor escala de producción.
Existen muchos métodos para evaluar el crecimiento en los cultivos de células
vegetales, entre ellos se encuentran: peso fresco celular, peso seco celular,
volumen celular dividido, volumen celular empacado, conteo celular, densidad
óptica del cultivo, conductividad eléctrica residual y medición del pH, entre otros.