Resumen:
Para dar respuesta a las situaciones que no permitían el desarrollo económico del país,
el Gobierno federal decidió crear, el 14 de agosto de 1937, la Comisión Federal de
Electricidad, que en una primera etapa se dio a la tarea de construir plantas generadoras
para satisfacer la demanda de energía eléctrica, y con ello beneficiar a más mexicanos
mediante el bombeo de agua de riego, el arrastre y la molienda; pero sobre todo, con
alumbrado público y para casas habitación.
Los primeros proyectos de CFE se emprendieron en Teloloapan, Guerrero; Pátzcuaro,
Michoacán; Suchiate y Xía, en Oaxaca, y Ures y Altar, en Sonora. En 1938, la empresa
tenía apenas una capacidad de 64 kW, misma que, en ocho años, aumentó hasta
alcanzar 45,594 kW. Entonces, las compañías privadas dejaron de invertir y la empresa
se vio obligada a generar energía para que éstas la revendieran.
En 1960, de los 2,308 MW de capacidad instalada en el país, CFE aportaba 54%; la
Mexican Light, 25%; la American and Foreign, 12%, y el resto de las compañías, 9%.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de generación y electrificación, para esas fechas
apenas 44% de la población contaba con electricidad. Tal situación del Sector Eléctrico
Mexicano motivó al entonces Presidente Adolfo López Mateos a nacionalizar la
industria eléctrica, el 27 de septiembre de 1960.
A partir de entonces, se comenzó a integrar el Sistema Eléctrico Nacional, extendiendo
la cobertura del suministro y acelerando la industrialización del país. Para ello, el
Estado mexicano adquirió los bienes e instalaciones de las compañías privadas,
mismas que operaban con serias deficiencias, por la falta de inversión y los problemas
laborales.