Resumen:
El Agave americana L. es una planta perteneciente a la familia de las agaváceas y es
endémica de América (Arizaga y Ezcurra, 1995). Su distribución en el continente se
extiende desde el sur de los Estados Unidos hasta Venezuela incluyendo las islas del
Caribe. Dentro de esta distribución, los países con el mayor número de ejemplares son
México, Estados Unidos, Cuba y Guatemala.
El centro de mayor riqueza y diversidad se encuentra en México donde se distribuyen 261
especies (75% del total) con 177 endémicas (70%) (García-Mendoza, 2004; Eguiarte et al.,
2000). El género más grande y diverso es Agave con 159 especies, 119 endémicas de
México, cifra que representa el 74% (García-Mendoza, 2011).
Se encuentra en todos los estados de la republica mexicana, principalmente en Oaxaca,
Durango, Puebla, Sonora, Chihuahua, Coahuila y Jalisco. Uno de los aspectos más
importantes de este género es su presencia en zonas desérticas o semidesérticas donde
desempeñas un papel ecológico al acumular agua en sus rosetas evitando de esta manera
la erosión del suelo.
Con la llegada de los españoles a América, el cultivo de los agaves fue llevado a otras
regiones de Norteamérica, e incluso a otros continentes. Un ejemplo de esto es la especie
Agave americana, llevada por los europeos a las islas Azores, Canarias y gran parte de la
cuenca del Mediterráneo, en donde se convirtió en una especie ornamental muy
importante. En este aspecto destacan también las especies productoras de fibra como A.
cantala y A. sisalana, que fueron la base de industrias coloniales de gran importancia en
Indonesia, Filipinas y África del Este (Mounir, 2011).