Resumen:
Las buenas prácticas de manufactura (BPM) están regidas por normas que son instrumentos
administrativos en el que hay un compromiso de la parte interesada a la certificación. Esta
certificación permite la venta y la distribución del producto, así como los equipos de acuerdo
a normas. Así como las instalaciones industriales donde se fabrica el producto deben estar
sometidas a inspecciones regulares, para verificar su ajuste a las BPM y a los estándares de
calidad (Duran-Ramírez, 2006).
Las BPM son útiles para el diseño y funcionamiento de los establecimientos, el desarrollo de
procesos y productos relacionados con la alimentación. Para garantizar la seguridad del
producto, se debe comenzar por verificar que las materias primas usadas sean de excelente
calidad y estén excentas de contaminantes. Por otro lado, es importante que sean
almacenadas según su origen, y separadas de los productos terminados, para impedir la
contaminación cruzada. Además, deben tenerse en cuenta las condiciones óptimas de
almacenamiento como temperatura, humedad, ventilación e iluminación (Duran-Ramírez,
2006).
Es importante aclarar que no sólo se debe considerar la forma de elaboración del producto
para que sea de “calidad”, sino también la higiene durante el proceso. Entonces, para la
limpieza y la desinfección es necesario utilizar productos que no tengan olor ya que pueden
producir contaminaciones además pueden enmascarar otros olores. El agua utilizada debe ser
potable, provista a presión adecuada y temperatura adecuada (Duran-Ramírez, 2006)